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Mostrando las entradas etiquetadas como Antiguo Testamento

Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios (Rut 1,16)

Lectura del libro de Rut En tiempo de los jueces, hubo hambre en el país de Judá y un hombre de Belén, llamado Elimélek, se fue a residir con Noemí, su esposa, y sus dos hijos a la región de Moab. Murió Elimélek, y Noemí se quedó sola con sus dos hijos. Estos se casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orpá y la otra, Rut. Vivieron ahí unos diez años y murieron también los hijos de Noemí, Malón y Kilión, y ella se quedó sin hijos y sin esposo. Entonces decidió abandonar los campos de Moab y regresar al país de Judá con sus dos nueras, porque oyó decir que el Señor había favorecido al pueblo y le daba buenas cosechas. Se pusieron, pues, en camino, para volver a la tierra de Judá. Entonces Noemí dijo a sus dos nueras: “Vuélvase cada una a casa de su madre. Que el Señor tenga piedad de ustedes, como ustedes la han tenido con mis hijos y conmigo”. Ellas rompieron a llorar y Orpá besó a su suegra, Noemí, y se volvió a su pueblo; pero Rut se quedó con...

Ten piedad de nosotros, Dios, dueño de todas las cosas

Eclesiástico 36:1, 4-5, 10-17 Ten piedad de nosotros, Dios, dueño de todas las cosas, mira y siembra tu temor sobre todas las naciones. Que te reconozcan, como nosotros hemos reconocido que no hay Dios fuera de ti, Señor. Renueva las señales, repite tus maravillas, glorifica tu mano y tu brazo derecho. Congrega todas las tribus de Jacob, dales su heredad como al principio.Ten piedad, Señor, del pueblo llamado con tu nombre, de Israel, a quien igualaste con el primogénito. Ten compasión de tu santa ciudad, de Jerusalén, lugar de tu reposo.Llena a Sión de tu alabanza, y de tu gloria tu santuario. Da testimonio a tus primeras criaturas, mantén las profecías dichas en tu nombre. Da su recompensa a los que te aguardan, y que tus profetas queden acreditados.Escucha, Señor, la súplica de tus siervos, según la bendición de Aarón sobre tu pueblo. Y todos los de la tierra reconozcan que tú eres el Señor, el Dios eterno.

El ayuno que yo quiero de ti es éste (Isaías 58,1-9)

Esto dice el Señor: “Clama a voz en cuello y que nadie te detenga. Alza la voz como trompeta. Denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Me buscan día a día y quieren conocer mi voluntad, como si fuera un pueblo que practicara la justicia y respetara los juicios de Dios. Me piden sentencias justas y anhelan tener cerca a Dios. Me dicen todos los días: ‘¿Para qué ayunamos, si tú no nos ves? ¿Para qué nos sacrificamos, si no te das por enterado?’ Es que el día en que ustedes ayunan encuentran la forma de hacer negocio y oprimen a sus trabajadores. Es que ayunan, sí, para luego reñir y disputar, para dar puñetazos sin piedad. Ese no es un ayuno que haga oír en el cielo la voz de ustedes.  ¿Acaso es éste el ayuno que me agrada? ¿Es ésta la mortificación que yo acepto del hombre: encorvar la cabeza como un junco y acostarse sobre saco y ceniza? ¿A esto llaman ayuno y día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero de ti es éste, di...

Surgirá tu luz como la aurora (Isaías 58,7-10)

 Lectura del libro del profeta Isaías Esto dice el Señor: “Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre sin techo, viste al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano. Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas; te abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha. Entonces clamarás al Señor y él te responderá; lo llamarás, y él te dirá: ‘Aquí estoy’. Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva; cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las  tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.                                        ...

El artífice (Sabiduría 13,1-9)

Lectura del libro de la Sabiduría  Insensatos han sido todos los hombres que no han conocido a Dios y no han sido capaces de descubrir, a través de las cosas buenas que se ven a “Aquel-que-es” y que no han reconocido al artífice, fijándose en sus obras, sino que han considerado como dioses al fuego, al viento, al aire sutil, al cielo estrellado, al agua impetuosa o al sol y a la luna, que rigen el mundo. Si fascinados por la belleza de las cosas, pensaron que éstos eran dioses, sepan cuánto las aventaja el Señor de todas ellas, pues fue el autor mismo de la belleza quien las creó. Y si fue su poder y actividad lo que los impresionó, deduzcan de ahí cuánto más poderoso es aquel que las hizo; pues reflexionando sobre la grandeza y hermosura de las creaturas se puede llegar a contemplar a su creador. Sin embargo, no son éstos tan dignos de reprensión, pues tal vez andan desorientados, buscando y queriendo encontrar a Dios. Como viven entre sus obras, se esfue...

Escuchan tus palabras, pero no hay quien las cumpla (Ezequiel 33, 30-33)

En cuanto a ti, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo hablan de ti a la vera de los muros y a las puertas de las casas. Se dicen unos a otros: «Vamos a escuchar qué palabra viene de parte de Yahveh.» Y vienen a ti en masa, y mi pueblo se sienta delante de ti; escuchan tus palabras, pero no las ponen en práctica. Porque hacen amores con su boca, pero su corazón sólo anda buscando su interés. Tú eres para ellos como una canción de amor, graciosamente cantada, con acompañamiento de buena música. Escuchan tus palabras, pero no hay quien las cumpla. Mas cuando todo esto llegue - y he aquí que ya llega -, sabrán que había un profeta en medio de ellos.

Yo mismo iré a buscar a mis ovejas (Ezequiel 34,11-16)

Lectura del libro del profeta Ezequiel  Esto dice el Señor Dios: “ Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas. Así como un pastor vela por su rebaño cuando las ovejas se encuentran dispersas, así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron un día de niebla y de oscuridad. Las sacaré de en medio de los pueblos, las congregaré de entre las naciones, las traeré a su tierra y las apacentaré por los montes de Israel, por las cañadas y por los poblados del país. Las apacentaré en pastizales escogidos, y en lo alto de los montes de Israel tendrán su aprisco; allí reposarán en buenos prados, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo mismo apacentaré a mis ovejas; yo mismo las haré reposar , dice el Señor Dios. volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré en la justicia”. Palabra de Dios. ...

Cuando estás enfermo (Eclesiástico 38, 1-14)

Honra al médico por los servicios que presta, que también a él lo creó el Señor. Del Altísimo viene la curación, del rey se reciben las dádivas. La ciencia del médico le hace caminar con la cabeza alta, y es admirado por los poderosos. El Señor ha creado medicinas en la tierra, y el hombre prudente no las desprecia. ¿Acaso no endulzó el agua con un leño, para que se conociera su poder? Él es quien da a los hombres la ciencia, para que lo glorifiquen por sus maravillas. Con las medicinas el médico cura y elimina el sufrimiento, con ellas el farmacéutico prepara sus mezclas. Y así nunca se acaban sus obras, y de él procede la paz sobre toda la tierra. Hijo, en tu enfermedad, no te desanimes, sino ruega al Señor, que él te curará. Aparta tus faltas, corrige tus acciones, y purifica tu corazón de todo pecado. Ofrece incienso, un memorial de flor de harina y ofrendas generosas según tus medios. Luego recurre al médico, pues el Señor también lo ha creado; que no se aparte de tu lado, pues...

y os daré un corazón nuevo

Del profeta Ezequiel:  «Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios»  (Ez 36,24-28).

No conocen los ocultos designios de Dios (Sabiduría 2,1.12-22)

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el Señor es mi fuerza (Habacuc 3,17-19)

 Aunque la higuera no echa brotes y las cepas no dan fruto, aunque el olivo se niega a su tarea y los campos no dan cosechas, aunque se acaban las ovejas del corral y no quedan vacas en el establo;   yo festejaré al Señor gozando con mi Dios salvador: el Señor es mi fuerza, me da piernas de gacela, me encamina por las alturas.

Echa tu pan a la superficie del mar (Eclesiastés 11)

11,1:  Echa tu pan a la superficie del mar, al cabo del tiempo lo recobrarás; 11,2:  divídelo en siete o en ocho partes, porque no sabes las desgracias que pueden suceder en la tierra. 11,3:  Si las nubes van llenas, descargan la lluvia sobre el suelo. Caiga al sur o hacia el norte, el árbol queda donde ha caído. 11,4:  Tanto mirar los vientos, que no se siembra; tanto mirar las nubes, que no se cosecha. 11,5:  Así como no sabes cómo el aliento de vida entra a los miembros en el seno de la mujer embarazada, tampoco puedes entender las obras de Dios, que lo hace todo. 11,6:  De mañana siembra tu semilla y no dejes que los brazos descansen hasta la tarde, porque no sabes cuál de las dos siembras resultará o si las dos tendrán igual éxito. 11,7:  Dulce es la luz y los ojos disfrutan viendo el sol. ...

Vengan a la luz (Isaías 49)

   49,1:  Escúchenme, islas; presten atención, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. 49,2:  Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba 49,3:  y me dijo: Tú eres mi siervo —Israel—, de quien estoy orgulloso. 49,4:  Mientras yo pensaba: En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas; en realidad mi derecho lo defendía el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. 49,5:  Y ahora habla el Señor, que ya en el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel —tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza—: 49,6:  Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Isra...

Proverbios 12

1 El que ama la instrucción ama la ciencia, el que odia la reprensión es tonto. 2 El bueno obtiene el favor de Yahveh; pero él condena al hombre taimado. 3 Nadie se afianza por la maldad, la raíz de los justos no vacilará. 4 Mujer virtuosa, corona del marido, mujer desvergonzada, caries en los huesos. 5 Las intenciones de los justos son equidad, los planes de los malos, son engaño. 6 Las palabras de los malos son trampas sangrientas, pero a los rectos su boca los pone a salvo. 7 Derribados los malos, no existen ya más, mas la casa de los justos permanece. 8 Se alaba al hombre según su prudencia, el de corazón torcido será despreciado. 9 Más vale hombre sencillo que tiene un esclavo, que hombre glorioso a quien falta el pan. 10 El justo se cuida de su ganado, pero las entrañas de los malos son crueles. 11 Quien cultiva su tierra se hartará de pan, quien persigue naderías es un insensato. 12 El placer del impío está en la maquinación de los malvados, pero la raíz de los justos producirá...

Jeremías 31, 31-34

31 He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; 32 no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos - oráculo de Yahveh -. 33 Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de Yahveh -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. 34 Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: "Conoced a Yahveh", pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande - - oráculo de Yahveh - cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme.

Isaías 55

1 ¡Oh, todos los sedientos, id por agua, y los que no tenéis plata, venid, comprad y comed, sin plata, y sin pagar, vino y leche! 2 ¿Por qué gastar plata en lo que no es pan, y vuestro jornal en lo que no sacia?Hacedme caso y comed cosa buena, y disfrutaréis con algo sustancioso. 3 Aplicad el oído y acudid a mí, oíd y vivirá vuestra alma.Pues voy a firmar con vosotros una alianza eterna: las amorosas y fieles promesas hechas a David. 4 Mira que por testigo de las naciones le he puesto, caudillo y legislador de las naciones. 5 Mira que a un pueblo que no conocías has de convocar, y un pueblo que no te conocía, a ti correrá por amor de Yahveh tu Dios y por el Santo de Israel, porque te ha honrado. 6 Buscad a Yahveh mientras se deja encontrar, llamadle mientras está cercano. 7 Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Yahveh, que tendrá compasión de él, a nuestro Dios, que será grande en perdonar. 8 Porque no son mis pensamientos vuestros...

Isaías 64

1 como prende el fuego en la hojarasca, como el fuego hace hervir al agua - para dar a conocer tu nombre a tus adversarios, y hacer temblar a las naciones ante ti, 2 haciendo tú cosas terribles, inesperadas. (Tú descendiste: ante tu faz, los montes se derretirán.) 3 Nunca se oyó.No se oyó decir, ni se escuchó, ni ojo vio a un Dios, sino a ti, que tal hiciese para el que espera en él. 4 Te haces encontradizo de quienes se alegran y practican justicia y recuerdan tus caminos.He aquí que estuviste enojado, pero es que fuimos pecadores; estamos para siempre en tu camino y nos salvaremos. 5 Somos como impuros todos nosotros, como paño inmundo todas nuestras obras justas.Caímos como la hoja todos nosotros, y nuestras culpas como el viento nos llevaron. 6 No hay quien invoque tu nombre, quien se despierte para asirse a ti.Pues encubriste tu rostro de nosotros, y nos dejaste a merced de nuestras culpas. 7 Pues bien, Yahveh, tú eres nuestro Padre.Nosotros la arcilla, y tú nues...

Isaías 59 - 60

1 Mirad, no es demasiado corta la mano de Yahveh para salvar, ni es duro su oído para oír, 2 sino que vuestras faltas os separaron a vosotros de vuestro Dios, y vuestros pecados le hicieron esconder su rostro de vosotros para no oír. 3 Porque vuestras manos están manchadas de sangre y vuestros dedos de culpa, vuestros labios hablan falsedad y vuestra lengua habla perfidia. 4 No hay quien clame con justicia ni quien juzgue con lealtad.Se confían en la nada y hablan falsedad, conciben malicia y dan a luz iniquidad. 5 Hacen que rompan su cascarón las víboras y tejen telas de araña; el que come de sus huevos muere, y si son aplastados sale una víbora. 6 Sus hilos no sirven para vestido ni con sus tejidos se pueden cubrir.Sus obras son obras inicuas y acciones violentas hay en sus manos. 7 Sus pies corren al mal y se apresuran a verter sangre inocente.Sus proyectos son proyectos inicuos, destrucción y quebranto en sus caminos. 8 Camino de paz no conocen, y derecho no h...

Deuteronomio 8, 2-3

Moisés habló al pueblo, diciendo: el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres.»

El ayuno que yo quiero de ti es éste... (Isaías: 58, 1-9)

Lectura del libro del profeta Isaías: 58, 1-9 Esto dice el Señor: "Clama a voz en cuello y que nadie te detenga. Alza la voz como trompeta. Denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Me buscan día a día y quieren conocer mi voluntad, como si fuera un pueblo que se comportara rectamente y respetara los juicios de Dios. Me piden sentencias justas y anhelan tener cerca a Dios. Me dicen todos los días: ´¿Para qué ayunamos, si tú no nos ves? ¿Para qué nos mortificamos, si no te das por enterado?´. Es que el día en que ustedes ayunan encuentran la forma de hacer negocio y oprimen a sus trabajadores. Es que ayunan, sí, para luego reñir y disputar, para dar puñetazos sin piedad. Ése no es un ayuno que haga oír en el cielo la voz de ustedes. ¿Acaso es éste el ayuno que me agrada? ¿Es ésta la mortificación que yo acepto del hombre: encorvar la cabeza como un junco y acostarse sobre saco y ceniza? ¿A esto llaman ayuno y día agradable al Señor? El a...