«Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas» Para Francisco la naturaleza no está corrompida. La naturaleza y la vida proceden de Dios . Están ahí para manifestarlo y servirlo. El mundo todo, por lo mismo, es un inmenso coro del que se alza un canto de alabanza jamás interrumpido. Francisco canta a las criaturas con un amor de pobre que le impide desear poseerlas. Nunca él se ha atrevido a materializar el espíritu, pero tampoco él ha osado nunca espiritualizar la naturaleza. En verdad, en su materialidad él no veía ni contemplaba sino su significado nuevo, espiritual, como en la mañana del mundo, cuando todo salió bello y puro de las manos de Dios. Francisco, por eso, predicó a los pájaros e inundado de gozo los bendijo (1 Cel 58). Acogió con premura y alegría a un pez, estando él en el lago Trasimeno, llamándolo hermano (1 Cel 61). Al contemplar el sol, la luna y las estrellas del firmamento sus ojos y su ánimo rebosaban de gozo (1 Cel 80). Se hizo amigo de ...
"Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva." Juan 4,10