Del profeta Ezequiel:
«Os
recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los
países y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre
vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e
idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis
según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis
mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros
seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios»
(Ez
36,24-28).
GLORIA, GLORIA, GLORIA a Dios y a su Palabra que habló en lo antiguo y se cumplirá en lo nuevo y actual. GLORIA a la Palabra en el Hijo Divino, Único Pastor de todas las almas, sediento y ocupado en traerlas a todas a su redil ya que el mundo las ha enfermado y dispersado; pero Él las sanará. La medicina será amarga pero acrisolará el espíritu y latirá un corazón nuevo en carne y amor. Y así en la tierra que fue de los primeros padres Él Reinará y seremos su pueblo y Él será Nuestro Dios.
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