Ven, Espíritu Santo , danos un corazón grande, abierto a tu silenciosa y potente palabra inspiradora; un corazón hermético ante cualquier ambición mezquina; un corazón grande para amar a todos, para servir a todos, para sufrir con todos; un corazón fuerte para resistir a cualquier tentación, cualquier prueba, cualquier desilusión, cualquier ofensa; un corazón feliz de poder palpitar al ritmo del corazón de Cristo y cumplir humildemente, fielmente, la divina voluntad.
"Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva." Juan 4,10