Viva Jesús Sacramentado. Viva y de todos sea amado
Padre nuestroPadre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
La oración preferida del Padre Pío
I.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “En verdad les digo, pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá!”.
He aquí que, confiando en tus santas palabra, yo llamo, busco, y pido la gracia……
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, espero y confío en Ti.
II.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “En verdad les digo, pasarán los cielos y la tierra pero mis palabras jamás pasarán”
He ahí que yo, confiando en lo infalible de tus santas palabras pido la gracia……
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, espero y confío Ti.
III.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “En verdad les digo, todo lo que pidáis a mi Padre en mi Nombre, se les concederá”.
He ahí que yo, al Padre Eterno y en tu nombre pido la gracia…….
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, espero y confío Ti.
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, el cual es imposible no sentir compasión por los infelices, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que pedimos en nombre del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre, San José, padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros. Amén.
PENSAMIENTOS DEL PADRE PÍO Y ORACIONES
UNO
No permitas que haya tristeza en tu alma, porque la tristeza impide que el Espíritu Santo actúe libremente.
Si alguna vez insistes en estar triste, que sea una santa tristeza ante la visión del mal que se está difundiendo más y más en la sociedad hoy en día.
¡Cuántos pobres son todos los días desertando de Dios, nuestro Supremo Bien!
Oración:
Señor Jesús, tú eres la razón de mi alegría, y nunca me abandonarás a mis enemigos.
Cuando los dardos opresivos de la tristeza, de la oscuridad, de la duda, del desaliento, o del temor vienen a mí, incita el Espíritu Santo dentro de mí para que pueda ser llenado de la luz del amor, de la oración, de la alabanza, de la gratitud y del recuerdo de la alegría a la cual estoy llamado contigo.
DOS
No te entregues como sucede a menudo, por desgracia.
En medio de las pruebas que pueden afligirte, solo deposita tu confianza en nuestro Bien Supremo sabiendo que Él nos cuida más de lo que una madre a su hijo.
Oración:
Señor Jesús, cuando estoy tentado a la auto-confianza en la batalla espiritual, por favor ayúdame a reenfocar tu victoria.
Cuando me resisto a ser levantado en la cruz contigo, graciosamente deja que tus brazos fuertes me sostengan.
Enséñame el amor del sacrificio por devoción a tu cruz.
Por favor, fortaléceme en todas las pruebas para que mi fe, esperanza y amor prevalezcan por la gracia.
TRES
Piensa cuando el enemigo está susurrando en voz alta en tu mente, cuando él quiere que creas que estás casi en el punto de estar perdido.
A pesar de estas malas insinuaciones, el Señor está contigo como nunca antes en tus tribulaciones.
Dios nos dice. Tened coraje, pues, y no tengáis miedo, porque es seguro que el que teme estar perdido no se perderá y el que pelee con los ojos fijos en Dios clamará victoria y el himno triunfal.
No hay nada que temer, porque el Padre celestial nos ha prometido la ayuda necesaria para evitar que seamos vencidos por las tentaciones.
Oración:
Señor Jesús, cuando la oscuridad desciende sobre mi alma y los espíritus malignos me atacan sin cesar, concédeme que me vuelva a ticon fe, esperanza y amor.
Deseo gritar: “¡Victoria!”, y alabarte siempre.
¡Pero, desgraciadamente, soy débil! Por lo tanto, confiaré en tu misericordia que nunca cesa.
CUATRO
Negarse a someter su propio juicio al de los demás, especialmente a los que son expertos en el campo en cuestión, es una señal de que poseemos muy poca docilidad y un signo demasiado obvio de orgullo secreto.
Oración:
Señor Jesús, por favor ayúdame a honrar a aquellas personas a quienes has puesto en autoridad.
Protégeme, Señor, del orgullo secreto; hazme sensible a su veneno.
La altura del orgullo es cuando mi corazón se retira de ti, mi Hacedor.
Sálvame, Señor, de la locura y del vicio.
CINCO
No te acuestes nunca para dormir sin antes haber examinado tu conciencia en la forma en que has pasado el día y sin antes dirigir tus pensamientos a Dios.
Luego ofrece y consagra tu persona entera y la de cada cristiano.
Ofrece, además, a la gloria de Su divina Majestad, el resto que está lejos.
Y nunca olvides a tu Ángel de la Guarda que siempre está cerca de ti, que nunca te deja, no importa lo mal que lo trates.
¡O indescriptible excelencia de este buen ángel nuestro!
¡Cuántas veces, por desgracia, le he hecho llorar cuando me rehusé a cumplir sus deseos que también eran deseos de Dios!
Que este fiel amigo nuestro nos salve de una mayor infidelidad.
Oración:
Señor Jesús, es imposible para mí mostrar suficiente gratitud por el don de mi Ángel de la Guarda, mi fiel amigo de toda la vida y protector.
Por favor, concédeme la sensibilidad espiritual para oír el impulso de tus santos ángeles.
Al final de cada día, ayúdame a saber cómo mis actos honraron o deshonraron a Su Majestad.
SEIS
El alma que está destinada a reinar con Jesucristo en gloria eterna, debe ser remodelada por los golpes de martillo y cincel.
Pero ¿cuáles son estos golpes del martillo y del cincel mediante los cuales el artista divino prepara la piedra, el alma elegida?
Estos golpes del cincel son las sombras, temores, tentaciones, tormentos espirituales y agitación, con una pizca de desolación e incluso dolor físico.
Oración:
Señor Jesús, concede que en pruebas de fe y pruebas de amor, me aferro a ti en fe porque estás conmigo.
Deseo confiarme enteramente a tu bondad y protección.
Sólo pido la gracia de nunca desagradarte.
Cuando caigo en la tentación, abogo por la gracia de levantarme y empezar de nuevo.