¡Dichoso el hombre a quien corrige Dios! No desdeñes, pues, la corrección del Omnipotente. Pues Él es quien hace la herida y la venda, el que hiere y la cura con su mano. (Job 5, 17-18)
Recuerda que me hiciste como se amasa el barro, y que al polvo has de devolverme. (Job 10, 9)
Una esperanza guarda el árbol: si es cortado, aún puede retoñar, y no dejará de echar renuevos. (Job 14, 7)
Él abate el orgullo de los grandes, y salva al que baja los ojos. (Job 22, 29)
Me he aferrado a mi justicia, y no la soltaré, mi corazón no se avergüenza de mis días. (Job 27, 6)
No son sabios los que están llenos de años, ni los viejos quienes comprenden lo que es justo. (Job 32, 9)
Él no hace acepción de príncipes, ni prefiere al grande sobre el débil, ¡pues todos son obra de sus manos! (Job 34, 19)
Dios nos da a ver maravillas, grandes cosas hace que no comprendemos. (Job 37, 5)
Sé que eres todopoderoso: ningún proyecto te es irrealizable. Era yo el que empañaba el Consejo con razones sin sentido. Sí, he hablado de grandezas que no entiendo, de maravillas que me superan y que ignoro. Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos. (Job 42, 2-3.5)
"Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo allá retornaré. El señor dio, el Señor quitó: ¡Sea bendito el nombre del Señor!" (Job 1, 21)
