Por: Manuel Rodriguez Diaz. Dice el Evangelio según San Marcos : “El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo” (Marcos 4, 26-27) Muchas veces hemos sembrado la semilla de una idea, de un proyecto que anhelamos llevar a cabo, de algo que sentimos es un llamado a la acción; sin embargo, la impaciencia nos atormenta y lo que sembramos con las manos no lo dejamos brotar, mirando una y otra vez si ya germina, si ya se asoma, regando una y otra vez con el agua de la inquietud hasta que ahogamos la semilla y la perdemos para siempre. Eso ocurre por creer que todo depende de nosotros, por depositar toda la confianza en nuestras capacidades y no reconocer que nuestro Padre ha dispuesto todo, el orden perfecto de Su creación es inalterable y es en Él donde debe residir nuestra confianza.
"Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva." Juan 4,10