Los dones del Espíritu Santo (para pentecostés y siempre)


“Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus maíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de Sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza espíritu de ciencia y temor de Yahveh y le inspirará el temor de Yahveh " (Isaías 11, 1-3)

Todos conocemos los "dones del Espíritu Santo" que el profeta Isaías anuncia aquí, que reposarán sobre el "vástago", el descendiente de David; sobre Jesús. Son los dones del Espíritu en Jesús, no cualquier virtud ni talento humano, no algo que uno hace, sino algo que recibimos como don, como regalo infinitamente variado, pues que los dones sean siete no hace que sean poco variados, son como los rasgos benditos del rostro del Espíritu que componen infinitos rostros amorosos.

A algunos les parece que los dones son algo "de libro" poco relacionado con la vida práctica, demasiado teórico ( "un rollo" dijo una vez un hermano); pero no es así. Eso pasa cuando lo único que sabemos de ellos es una definición leída o escuchada, nadie conoce a alguien por haber leído su nombre y el Espíritu Santo es alguien, no una cosa ni una fuerza impersonal.

A lo mejor alguien piensa: " Ah, los dones del Espíritu, ¡ que tema tan precioso!, pero claro, eso es para gente especial, gente muy de Dios, yo soy muy normalito y a mí no me afecta"; pues no, eso no es verdad; Pedro Reyero, dominico miembro de la Renovación a quien vamos a citar mucho decía:

"...los dones del espíritu no son un lujo, son una necesidad, la necesidad que tenemos los pobres para caminar en esta vida. Porque no podemos caminar en cristiano sin lo que caminó Jesús y Jesús los necesitó para vivir su vida...lo que tenemos de Dios- la fe, la esperanza, la caridad- nos es muy difícil vivirlo. Nuestra débil fe, nuestra débil esperanza y nuestra débil caridad nos van sirviendo más o menos-¡más o menos!- para conservar la gracia. Pero, creer con alegría, fiarse con alegría, tener esperanza tensa y constante, amar, darse con gozo, servir con entusiasmo, eso...¡eso son los dones del espíritu santo!".

Si queréis vamos a dedicar unos días al Espíritu en sus dones, juntos, en comunidad, orando con la fuerza de la fe viva a nuestro Padre que da a quien le pide, que abre a quien llama; pidamos y recibiremos aunque de momento no "sintamos" nada, aceptando en fe que los hemos recibido al pedirlos y dando gracias por eso, y así veremos ¡ sin duda! como sin darnos cuenta irán naciendo en nosotros y en los hermanos, los dones que nos revelarán el rostro bendito de Jesús.
" ¡Qué grande es tu bondad Yahveh!, Tú la reservas para los que te temen, se la brindas a los que a ti se acogen, ante los hijos de Adán. Tú los escondes en el secreto de tu rostro...¡ Bendito sea Yahveh que me ha brindado maravillas de amor!" (Salmo 31, 20-21)

Don de Temor

" en el temor del Señor no existe mengua, con él no hay que buscar ayuda. El temor del Señor como un paraíso de bendición, protege él más que toda gloria. " (Eclesiástico 40, 26-27)

El temor de Dios no tiene nada que ver con una cosa- muy fea y desgraciada- que es el miedo a Dios. El principio del verdadero don de temor es esa reverencia hacia la grandeza, ese asombro ante la majestad que te embarga al contemplar por ejemplo el océano, o una inmensa montaña coronada de nieve...pero ese no es todavía el don del Espíritu Santo, porque los dones son para los hijos de Dios y el verdadero don de Temor es algo mucho más familiar, mucho más hogareño: es el temor del niño a separarse de su Padre, a perderle.

El padre Congar decía: "la fe es vivir a costa de Jesucristo" y esa es la clave del don de Temor. El niño no se siente poderoso, no se siente autosuficiente, no cree nunca que no necesita a su Padre, se siente desamparado solo con perderle de vista. Nosotros, desgraciadamente nos hemos hecho "mayores" en el mal sentido y no vivimos, con frecuencia, pendientes del Padre y "a costa" del Padre como vivió Jesús. Si quieres vivir de ti mismo y de tu fuerza, pierdes el espíritu de niño para acoger en pobreza el don de Dios que necesitas y sin el cual no puedes ni oír, ni entender, ni acoger nada que sea realmente el Reino de Dios.

"El que es guiado por el don de temor como tiene espíritu de niño y al niño se le da todo, lo que hace es alabar: si todo es gratuito yo te alabo."

El don de Temor es hacerse niño, es vivir en profundidad la pobreza que lo recibe todo y en todo se siente necesitada y por eso actúa como el niño que se aferra a los faldones de su Padre porque sabe que allí tiene todo lo que necesita y lejos se moriría.

"El don de temor es no alejarse de las fuentes de la gracia " y el que tiene el don de Temor vive paradójicamente sin temor, sin temor al estilo del mundo que quiere ser fuerte en todo y de todo tiene miedo, y puede decir:

" en paz, todo a una, yo me acuesto y me duermo, porque tú solo, Señor, me asientas en seguro" (Salmo 4,9)
" mantengo mi alma en paz y silencio como niño destetado en el regazo de su madre, como niño destetado está mi alma en mí. ¡Espera Israel en Yahveh Desde ahora y por siempre!" (Salmo 130,2-3 )


Don de Piedad

" Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡ Abbá, Padre!" (Romanos 8, 14-15)

La Piedad era entendida, cuando se incluyó entre los dones, no como la entendemos ahora, sino como la virtud que un hijo tiene hacia su padre, la "piedad filial". Antes que otra cosa es sentirse hijo.

Todos hemos oído cien veces que somos "hijos de Dios", pero como todo lo que se oye mucho, es posible no haber entrado nunca en lo que, en lo profundo, significa.

" en infinitas circunstancias de la vida, ante el dolor y el sufrimiento, ¿qué nos ha ocurrido? Que no hemos podido acoger el poder de Dios, la fortaleza de Dios para nosotros; nuestro dolor nos ha podido, nuestro dolor ha sido como una acusación contra Dios, nuestro Padre.- "Tú ¿no dices que eres mi Padre? entonces ¿ por qué este sufrimiento?, ¿ por qué este dolor?". Si en ese momento de dolor, tú puedes acoger la fuerza de Dios, se produce el don de Piedad."

Es totalmente cierto que todo lo que Dios hace o permite en la vida será, al final bueno, muy bueno, contra toda lógica humana, contra toda sabiduría humana, pero...vivir eso es muy difícil, mejor dicho, no es difícil, es imposible, si el Espíritu Santo no lo revela y lo produce; y entonces es más fuerte que cualquier dolor, porque permite que actúe la fortaleza de Dios.

Cuando el Espíritu te revela, en lo profundo del corazón, hasta remover tus entrañas, que eres hijo, entonces ya no hay amargura, resentimiento, ni acusación contra Dios: dejas de ser esclavo de tu sufrimiento, te abandonas, eres liberado.

"El don de Piedad no consiste en otra cosa que en ser introducido en la casa del Padre" y entrar en la voluntad de Dios es acoger el don. Eso es lo que nos sana, de ahí viene toda sanación.

Mientras no se vive en el don de Piedad somos como los hijos de la parábola del hijo pródigo; el que se fue viene diciendo "no soy digno de ser hijo tuyo, trátame como a uno de tus siervos": no se ha enterado de que es hijo, hijo de verdad y su Padre siempre lo introducirá en su casa. Y si somos "cumplidores" entonces como el hijo mayor pensaremos "mi padre no es justo, no recompensa mi esfuerzo" y es que ni el uno ni el otro oyen que su padre les dice : "hijo, todo lo mío es tuyo" y si eso es así " ¿por qué quieres tener, tú, cosas? ¿ por qué quieres hacer, tú, meritos? ¿ por qué quieres hacer y tener tu propia santidad y tu propia perfección si todo lo mío es tuyo?...No soy el hijo abandonado que está lejos, sino el hijo que está en la presencia de Dios, en la vida de Dios, en el mismo Dios".

" vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: " Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco" (Marcos 1, 10-11)

Don de Ciencia

"En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el reino de Dios" (Juan 3,3)

A los hombres modernos la ciencia nos suena a gente metida en laboratorios averiguando cosas con las luces de la inteligencia humana...y a veces, sin querer, más luz que esa. La ciencia del Espíritu Santo es también una luz para ver las cosas, pero para ver las cosas como Dios las ve.

"La creación es la obra preciosa del amor de Dios que quiso que compartieran las cosas su gloria...es la luz de Dios derramada en todas las cosas".

Desgraciadamente sabemos que no es solo la gloria de Dios lo que vemos cuando miramos la vida; vemos también el sufrimiento, la fealdad, la deformidad, el odio...incluso las cosas más bellas nos sumen en la melancolía porque pasan : pasa la juventud, pasa la belleza, la flor muere, el ser humano amado con pasión muere y no parece quedar más que unos huesos secos en un cajón.

Vista así la vida parece más una maldición que una bendición, más tiniebla que gloria de Dios.Y es que el mundo está herido de pecado, herido de muerte. Muchos hombres no han tenido nunca más visión que ésta, y por eso no deberíamos juzgar facilmente a los que no tienen fe, quizá ante este espectáculo no han podido creer en Dios porque lo han visto como una sombra que niega su auxilio ante la desesperanza humana. Si somos sinceros encontraremos circunstancias de la vida en que también nosotros hubiéramos podido creer que Dios es implacable o que quizá no exista.

" Pero, y aquí viene el don de Ciencia, sabemos que esta creación, herida de muerte, ha sido tocada por la gracia de Jesucristo, que no solo toca el corazón del hombre y su existencia, sino a toda la creación". La luz de la resurrección del Señor, la luz de la Pascua, ha vuelto a iluminar las cosas con la belleza inmensa en que fueron creadas y aún mucho más...las han revestido de la gloria de la resurrección; ha herido al universo de amor, de belleza, de luz.

Para la mirada de Dios, que es la mirada verdadera, ya no hay tiniebla ni muerte:

" La flor no muere para el que cree en la resurrección de Cristo, ni el árbol, ni la nube, ni la luz, ¡ni el hombre! Y si Dios nos da este poder ver las cosas así, entonces la muerte ha desaparecido de toda la creación, y esta es la maravilla del don de Ciencia", que Dios puede darnos esa visión y quien yo amo no muere, sino que vive y vivirá para siempre, y todo lo que yo amo, vive para siempre, y todos los instantes felices de mi vida, viven para siempre y todo se transforma en gozo y gloria de Dios y esto no es un sueño sino que es la verdad de las cosas.

"¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Donde está, oh muerte, tu aguijón?" (1 Corintios 15,55)

Y con esta visión nueva nos vemos a nosotros mismos- y somos maravilla- y vemos a nuestros hermanos- y son maravillosos- y podemos alabar con gozo: " si ves mal a tu hermano es que no aprecias bastante la muerte del Señor, si ves mal la creación es que, para ti, todavía Cristo no ha resucitado. ¡ Que el Espíritu Santo derrame sobre todos nosotros esa luz gozosa!.

Don de Fortaleza

"Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: "¡Señor, sálvame!". Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: "Hombre de poca fe ¿por qué dudaste?". Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: "Verdaderamente eres hijo de Dios". (Mateo 14, 29-33)

Hemos visto que el don de Temor es asumir nuestra pobreza delante de Dios, asumir que somos niños y no podemos nada. La respuesta de Dios a la debilidad del hombre es, precisamente, el don de Fortaleza. Jesús te toma de la mano y te hace capaz de lo que humanamente es imposible: caminar sobre las aguas, sobre las tormentas de la vida, sobre las tentaciones y sufrimientos. Pero no se trata de caminar sólo- quien lo intente se hundirá sin remedio- sino de caminar bajo la mirada y de la mano de Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo.

" La maravilla del don de fortaleza es que, al mirarte Jesucristo, al amarte Dios en tu debilidad, no quita tu debilidad sino que te fías tú de su fortaleza, te fías de su amor, te fías de su mirada, te fías de su palabra". El don de Fortaleza es la misericordia de Dios y el amor de Dios sobre tu debilidad.

"Hay dos maneras de vivir: con el don de Fortaleza y sin el don de Fortaleza. Y, ¿sin ese don cómo se vive? Pues apoyando tu vida en ti mismo- en tus talentos, tus riquezas, tu saber, incluso tu virtud o la piedad y fervor de tus oraciones. Eso es construir sobre arena, y la casa se derrumba cuando viene la tempestad- .

Pedro Reyero contaba una anécdota maravillosa sobre lo que es este don: Le habían operado y el dolor se hacía cada vez más y más grande y al borde de la desesperación, cuando temía ponerse a blasfemar, se acordó de Jesús y le dijo: "Señor, ¿tú que hiciste? Porque a mí me han dado dieciocho puntos, pero...a ti, ¡eso de clavarte así en vivo en la cruz!-. Y oí en mi corazón una respuesta- "es que yo en aquel momento me fiaba de otro, estaba en las manos de mi Padre"- "Pues Señor, yo quiero hacer lo mismo, no sé como hacerlo pero quiero hacer lo mismo. Me fío". Y en aquel momento cesó todo dolor de forma instantánea...y al día siguiente...todo normal. Y después, pensando en esto, me dio una gran tristeza: "Pobre Pedro, ¡ mira que solo acordarte de esto, en el momento de mayor sufrimiento, cuando ya no puedes más! ¡Qué pena no vivirlo en la vida diaria! ¡Qué pena no vivirlo cuando convives con los demás y no puedes con la convivencia! ¡Qué pena no vivirlo en la rutina y monotonía de todos los días! ¡Qué pena que tenga que venir Santa Bárbara tronando para que yo me entere, cuando el don de fortaleza es el pan de cada día que Dios da para la vida de sus hijos!"

" grande es el poderío del Señor, y por los humildes es glorificado" (Eclesiástico 3, 20)

" cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte " (2ª Corintios 12,10)

Don de Consejo

" no son mis pensamientos vuestros pensamientos ni vuestros caminos son mis caminos, porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los vuestros" (Isaías 55, 8-9)

Todos tenemos pensamientos y proyectos en la vida, criterios sobre lo bueno, lo razonable, lo que debe hacerse y lo que queremos conseguir, pero a menudo levantamos con todo eso una barrera ante Dios. Sabemos lo que queremos y ni a Dios le dejamos darnos otra cosa, y así muchos hombres viven en la amargura porque creen que deberían haber sido importantes, o tener otra esposa, o tener fortuna, o tener éxito evangelizando o...cualquiera de las cosas que la televisión dice que son la felicidad: Estamos encerrados como en una cárcel en nuestros deseos y pensamientos. El don de Consejo viene a romper los barrotes de esa cárcel, a revelarnos los caminos, los proyectos y los deseos de Dios.

¿ Cuantas veces nos podría decir el Señor, como a San Pedro : "tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres"?. Hay que recordar que solo los hijos reciben los dones y solo en el Hijo se puede tener los pensamientos de Dios. No se trata de reflexionar y planificar mucho sino de que Dios, con misericordia, regale sus propios pensamientos.

Al santo cura de Ars, que mostraba un discernimiento milagroso sobre los corazones y los hacía volverse a Dios diciendo a cada uno aquello que derretía su dureza, como era además un hombre de escasa cultura, le preguntaron donde había adquirido aquella sabiduría; por toda respuesta señaló su reclinatorio ante el sagrario de su iglesia. Las largas horas de contemplación, mirando al Señor, le habían llenado de su luz y, para él, discernir con el pensamiento de Dios era ya casi un hábito. En nuestra vida, si volvemos la vista atrás, también encontraremos decisiones y discernimientos que no sabemos de donde nos vinieron, pero que el tiempo ha revelado que fueron de Dios.

El don de Consejo tiene otra consecuencia: quien piensa como Dios, actúa como Dios, como hijo de Dios, y Dios es misericordia – el don de Consejo nos reviste de las entrañas de misericordia de Jesús, del alma humana de Jesús: conocer los caminos del Padre es entrar en los caminos de la misericordia, revestirnos de la humanidad de Cristo que cura, acompaña, guía y levanta a los cansados. Dejarle a Dios nuestro cuerpo y nuestra alma para que a través de ellos derrame su misericordia. No nosotros, sino El. El don de Consejo nos revela la entraña, el pensamiento, el corazón de Dios; y ese corazón no es otra cosa que misericordia.

" el hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Porque ¿ quien conoció la mente del Señor para instruirle? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo. " (1 Corintios 2, 14-16)

" no será ya ocultado el que te enseña; con tus ojos verás al que te enseña, y con tus oídos oirás detrás de ti estas palabras: "ese es el camino, id por él " " Isaías 30, 20-21)

Don de Inteligencia

" Iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús...Y sucedió que mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le reconocieran...Y sucedió que cuando se puso a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición...

Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron... Se dijeron uno a otro ¿ no estaba ardiendo nuestro corazón cuando nos hablaba...?" (Lucas 24, 13-31)

Hemos visto que el don de ciencia es ver las cosas como las ve Dios; pues bien, el don de Inteligencia es aún mejor, pues consiste en una luz que concede el Espíritu, no ya para ver las cosas, sino para ver al mismo Dios, para reconocer su rostro bendito. Para reconocerle cuando actúa, cuando revela, cuando obra. Cuantas veces Dios es el divino desconocido, el que pasa a nuestro lado obrando en nuestra vida sin que le reconozcamos. Camina a nuestro lado y no sabemos nada de Él.

Sin este don, Jesús será para nosotros alguien maravilloso, al que conocimos, pero no el que nos acompaña en el camino, no el que vive y nos habla aquí y ahora. Como los discípulos de Emaús iremos entristecidos pensando "era maravilloso, éramos sus discípulos, aprendimos mucho de él, pero...no está, lo crucificaron y murió"- ¿No reconoceremos ese sentimiento que nos asalta cuando parece que no encontramos a Jesús en ninguna parte?. Eso significa que no hemos visto su resurrección aunque nos hayan hablado de ella- como a los discípulos de Emaús les habían hablado. Muchos cristianos pasan así por la vida: " nos han dicho que resucitó, quizá sea cierto, pero no lo hemos visto".

Y sin embargo, un día comienza a arder el corazón, es el síntoma de que secretamente alguien, el Espíritu Santo, nos está explicando las escrituras, nos está mostrando a Jesús. Somos tardos de corazón para entender, pero un corazón que empieza a arder por Cristo es que está en el camino de encontrarle, vivo y resucitado.

Y llega un momento en que nos sucede lo que a Pedro en el lago cuando no pescaban nada en toda la noche y vieron a un desconocido:

" El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: "es el Señor". Cuando Simón Pedro oyó "es el Señor", se puso el vestido y se lanzó al mar" ( Juan 21, 7)

El corazón de Pedro arde y se lanza sin miedo al agua . Ha reconocido al Señor. Lo mismo nos ocurre a nosotros cuando un día leyendo las escrituras un pasaje nos habla personalmente y hasta cambia nuestra vida. Arde el corazón y reconocemos: ¡Es el Señor!. Hemos pasado por pruebas y por momentos dolorosos, y un día vemos claro que todo tenía sentido, que Jesús nos ha llevado de la mano, y reconocemos: ¡Es el Señor!. O un día miramos al hermano, o al pobre y con un estremecimiento del corazón reconocemos ¡Es el Señor!.

Sin el don de Inteligencia la escritura no es más que un libro, la vida no es más que un azar, el hermano no es más que un extraño, la eucaristía no es más que pan. Con el don de inteligencia se abren nuestros ojos y asombrados y gozosos decimos , quien está en todo esto "¡Es el Señor!".

" Dice de ti mi corazón: "Busca su rostro." Sí, Yahveh, tu rostro busco: no me ocultes tu rostro" (Salmo 27, 8)

Don de Sabiduría

" Gustad y ved, qué bueno es el Señor dichoso el hombre que en él se cobija " (Salmo, 34, 9)

Se sabe que la palabra "Sabiduría" viene de "sapere", que significa "saborear", es decir comprobar a qué sabe algo, qué gusto tiene. Nos pueden explicar todo lo que quieran sobre cómo sabe un melocotón, podemos leer una enciclopedia sobre frutos...en realidad no sabremos nada sobre eso hasta que mordamos uno y lo saboreemos; solo entonces sabremos cómo sabe.

Algo parecido ocurre con Dios. Se puede conocer teología hasta hartarse y no "saber" casi nada sobre Dios, sobre Dios vivo. Es el Espíritu Santo quien revela quien es Dios, cómo es Dios, a qué sabe Dios.

El don de Sabiduría más que un don, es el compendio de todos ellos; es el don de los que han conocido y saboreado a Dios.

Podemos repasar todos los dones y ver cómo todos son un "gusto " de Dios: Es sabio quien se aferra a Dios sin soltarle porque ha gustado que en Él está la vida; es sabio quien vive como hijo de Dios porque ha gustado que Dios es Padre; es sabio quien ve la creación con los ojos de Dios porque esa visión tiene el gusto de la verdad; es sabio quien sabe encontrar su fuerza en Dios porque ha gustado que él es la única roca; es sabio quien piensa como Dios y sigue sus caminos porque gusta la vida en esas sendas; es sabio quien sabe ver a Dios donde está: en la vida, en la escritura, en la eucaristía, en los hermanos...y todo esto es sabiduría de humildes, sabiduría de pequeños; conocimiento que no se adquiere en los laboratorios y que los sabios según el mundo ignoran.

" yo te bendigo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y se las has revelado a los pequeños " (Lucas 10,21)

En suma, ninguna palabra humana puede comprender enteramente al Dios Altísimo; pero lo que es Dios, nos lo ha revelado Él mismo: El corazón de Dios es el Amor. Amor que nos sobrepasa infinitamente por arriba, por abajo y por doquier. Si gustas el amor y el perdón de Dios ya no te juzgarás ni juzgarás a nadie, si gustas la misericordia de Dios ya no desearás otra cosa. Que el Espíritu Santo nos conceda el verdadero conocimiento de Dios para que seamos uno con él.

" que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cual es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total plenitud de Dios. " (Efesios 3, 17-19)

Fuentes: 
 P. Pedro Reyero O.P
mercaba.org


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