Martillo, espada, flecha aguda: es el hombre que da testimonio falso contra su prójimo (Proverbios 25,18)
No andes difamando entre los tuyos; no demandes contra la vida de tu prójimo. (Levítico 19,16)
Señor, ¿quién morará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu santo monte? El que anda sin tacha, y obra la justicia; que dice la verdad de corazón, y no calumnia con su lengua; que no daña a su hermano, ni hace agravio a su prójimo (Salmo 15, 1-3)
No se mientan unos a otros. Despójense del hombre viejo con sus obras, y revístanse del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador (Colosenses 3, 9-10)
Si alguno enseña otra cosa y no se atiene a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, está cegado por el orgullo y no sabe nada; sino que padece la enfermedad de las disputas y contiendas de palabras, de donde proceden las envidias, discordias, maledicencias, sospechas malignas, discusiones sin fin propias de gentes que tienen la inteligencia corrompida, que están privados de la verdad y que piensan que la piedad es un negocio. (1 Timoteo 6, 3-5)
Rechacen toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. (1 Pedro 2,1)
Pero si tienen en su corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no se jacten ni mientan contra la verdad. (Santiago 3,14)
Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana. (Santiago 1,26)
Guarda del mal tu lengua, tus labios de decir mentira (Salmo 34,13)
Seis cosas hay que aborrece el Señor, y siete son abominación para su alma: ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, corazón que fragua planes perversos, pies que ligeros corren hacia el mal, testigo falso que profiere calumnias, y el que siembra pleitos entre los hermanos. (Proverbios 6, 16-19)