Foto: lumoproject.com "He aquí que una virgen está encinta y va a dar a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel" ( Isaías 7,14 ) La grandiosa visión del año 740 a.c. Dios está en el templo, sentado en un elevado trono; junto a él, los serafines cantan: “¡Santo, santo, santo es el Señor Dios del universo ! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!”. A esta voz, las puertas tiemblan y una humareda inunda el recinto. Isaías grita: “¡Ay de mí, estoy perdido, porque siendo un hombre de labios impuros he visto con mis propios ojos al Señor de los ejércitos!” Pero uno de los serafines le aplica sobre la boca un carbón encendido, diciendo: “Al tocar esto tus labios, desaparece tu culpa y se perdona tu pecado”. En ese instante oye la voz del Señor que pregunta: “A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?” “Aquí estoy yo, envíame”– responde con prontitud. Dios lo envió, y transmitió con fidelidad la palabra del Altísimo al pueblo elegido y a todas las naciones d...