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Buscar a Dios es estar dispuesto a dejarte encontrar

Cada uno de nosotros podría decir: "He oído su voz y me he decidido a buscarle". Nuestra vida es un camino de oración y servicio, de trabajo y entrega, de tensión y distensión, de lucha y descanso. Pero detrás de todo ello, como alma que da vida a todo, está el deseo de buscar y encontrar a Dios, de vivir a Dios, de vivir para Él, de Él y con Él. Por ello quiero proponerte una serie de pequeños pensamientos para orar serenamente a los pies de Jesús: Buscar a Dios consiste en dejarse amar por Él, permitir que Él posea tu vida, que Él sea el dueño de tu historia. Buscar a Dios consiste en penetrar plenamente y sin miedo en su misterio y dejar que Él penetre todo nuestro ser sin ponerle, por nuestra parte, ninguna clase de condición. Quien busca a Dios de verdad comienza por olvidarse de sí mismo. Vive dejándose llevar por Dios, en una actitud de disponibilidad total y de servicio a los hermanos. El que desea encontrar a Dios lo busca por el camino del si...

Es bueno recordar la voz del Señor

Dice el Profeta Oseas: "La llevaré al desierto, le hablaré al corazón... recordaremos nuestro amor primero". Es bueno recordar la "voz" del Señor que nos movió a iniciar este camino. Era una llamada invitándome a tener una historia especial con Él. A buscarlo, consagrando todo mi ser al Señor, al Evangelio y al Reino. Era la invitación a seguir de cerca de Jesús, de una forma radical; era la invitación a vivir el evangelio hasta las últimas consecuencias. Y por esto me pregunto: "¿porqué, Señor, por qué me llamaste a mí, precisamente a mí? ¿Qué viste en mí, Señor, que te movió a llamarme, a escogerme? ¿Qué plan de amor pensaste para mi vida? Y hoy, ¿te hace feliz mi respuesta?". Son preguntas necesarias para revivir el don de Dios que es la vocación. Nuestra oración consistirá fundamentalmente en dialogar con el Señor sobre la llamada para recordar "nuestro amor primero". La historia de cada una de nuestras vida...

El Espíritu Santo lo llena todo

Él es fuente de santidad, luz para la inteligencia; él da a todo ser racional como una luz para entender la verdad.  ¿Quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que es llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y peculiares. Hacia él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación; hacia él tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural. Él es fuente de santidad, luz para la inteligencia; él da a todo ser racional como una luz para entender la verdad. Aunque inaccesible por naturaleza, se deja comprender por su bondad; con su acción lo llena todo, pero se comunica solamente a los que encuentra dignos, no ciertamente de manera id...

La Visitación de la Virgen María a santa Isabel

Por aquellos días —dice el santo cronista Lucas— partió María y se dirigió aceleradamente a la montaña, a una ciudad de Judá..." " He aquí la esclava del Señor... " Imaginad a María. En el pequeño cuarto de su casa nazarena, donde aún queda el aire removido por las alas del ángel. Fuera, en la calle, seguirían los ruidos mínimos y familiares. El zurear de las palomas en el alero, el grito de los pájaros, el chorro de una fuente, el sol sobre la hierba —misterioso ruido de alegría vital que sólo escuchan los ángeles—... La estancia, ya vacía. Pero el corazón de la Doncella lleno de cosas que empiezan. Ella, en la penumbra, bajo la sombra del Espíritu Santo que la cubre como unas alas. Ella, aún con los ojos cerrados, apretados fuertemente para que no se le escape el misterio. Ella, aún con las manos sobre el regazo, junto a la artesa, la tinaja o la masa que enleudar. —Y mira —ha dicho el ángel —, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en edad ...

Orando por los Cristianos perseguidos

  Dichosos ustedes cuando los insulten y los persigan por mi causa –dice el Señor–. Esten alegres y contentos, porque su recompensa será grande en el cielo. (Mateo 5, 11-12) Padre nuestro, Padre misericordioso y lleno de amor, mira a tus hijos e hijas que a causa de la fe en tu Santo Nombre sufren la persecución y discriminación en Irak, Siria y tantos lugares del mundo.Que tu Santo Espíritu les colme con su fuerza en los momentos más difíciles de perseverar en la fe. Que les haga capaces de perdonar a los que les oprimen. Que les llene de esperanza para que puedan vivir su fe en alegría y libertad. Que María, Auxiliadora y Reina de la Paz interceda por ellos y les guíe por el camino de santidad. Padre Celestial, que el ejemplo de nuestros hermanos perseguidos aumente nuestro compromiso cristiano, que nos haga más fervorosos y agradecidos por el don de la fe. Abre, Señor, nuestros corazones para que con generosidad sepamos llevarles el apoyo y mostrarles...

Envía tu Espíritu, Señor, que es agua y es fuego, que es nube y es viento

¡Ven, Espíritu Santo! Envía tu Espíritu , Señor, que es agua y es fuego, que es nube y es viento. I Llueve el agua de tu Espíritu , que sea un torrente inmenso, lave al mundo de sus manchas limpie el corazón entero. Manantial inagotable, multiplica los veneros de agua viva, que se sacien todos los hombres sedientos. Bautízanos en esta agua, que renazca el hombre nuevo , que toda la tierra seca se convierta en semillero. II Espíritu, hoguera viva, prende en nosotros tu fuego, que purifique la escoria y queme todo lo viejo. Padecemos tanto el frío de interminables inviernos, sé Tú calor verdadero, sé Tú nuestro horno secreto.

El Ave María. Un saludo entre los cristianos

Nadie puede contar cuántos millones de avemarías se elevan al cielo cada día. Sin embargo, a pesar de su popularidad, le llevó siglos a esta oración desarrollarse. Esta oración está compuesta de dos partes. La primera consta de una doble salutación extraída del Evangelio: 1 – La salutación del arcángel Gabriel , enviado por Dios a fin de anunciar la divina maternidad de María: “Ave, llena de gracia, el Señor es contigo” (Lc. 1, 28); 2 – La salutación de Santa Isabel, prima de Nuestra Señora, que inspirada por el Espíritu Santo proclamó: “Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre” (Lc. 1, 42). A estas dos salutaciones fueron añadidas dos palabras para que ellas fuesen más distintamente enunciadas: María (Ave María…) y Jesús (de tu vientre, Jesús). La segunda parte de la oración contiene una súplica. Estas dos salutaciones dichas juntas eran todo el Ave María durante más de mil años. El primer documento escrito ...