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Carta a Mi Madre, María


Y Él, con el último aliento que su inmedible amor por nosotros le proporcionó, te dice "¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!", señalándote a mi hermano Apóstol Juan, en representación de todos mis hermanos...

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

 Madre, yo como sensible hijo tuyo, no puedo dejar de sentir dolor el pensar, que frente a tu Hijo Jesús, estuviste con tus manos juntas esperando el minuto irreversibles de su muerte, el mismo Hijo, que fue fruto divino de tu bendito vientre, el mismo Verbo hecho carne, el Hijo de Dios, el que acepto la voluntad de Padre, el que entregó su vida por todos su hermanos del mundo. 

Y Él, con el último aliento que su inmedible amor por nosotros le proporcionó, te dice "¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!", señalándote a mi hermano Apóstol Juan, en representación de todos mis hermanos, de mi Iglesia, de otras Iglesias, y de los sin Iglesia, porque el es el Salvador de todos los hombres, que acto de amor mas grande. 

Que orgullo mas grande de tener tu un hijo así, que honor mas grande tener yo un hermano así, que Gloria mas grande para nuestro Padre Dios, así es Madre, tu hijo en su último aliento, nos entrega a su Madre y la hace nuestra Madre, pero que regalo más preciado, tu la Inmaculada , tu la Pura , tu la más Amorosa, tu así eres ahora no sólo la mas Santa, sino que la mejor de las Madres. 

Madre, es así como buscamos e imploramos tu protección, imploramos además tu intercesión, por todos nosotros, porque vivimos en tiempos difíciles, no por que Dios quiera que así sea, sino por que los hombres lo hacen así, y necesitamos tu amparo, deseamos tu materna protección, necesitamos que nos des tu fuerza, para que nuestro reconocimiento de tu amado Hijo como el perfecto hombre y perfecto Dios se haga extensivo a todos los hombres y así conseguir esa anhelada transformación de los corazones. 

Madre, es así, como desde la cruz Jesús te confió el resto de sus hermanos, nosotros tus hijos, te pedimos, te rogamos, te suplicamos, te confiamos, que con tu resplandor, no ilumines el camino para ir al encuentro con el Señor y nos acompañes, con tu brillo de madre extraordinaria resplandezca en tanta sombra donde habita la desidia frente al dolor, y para los que actúan como miope reciban una luz de cambio en su actitud.

Así es, Madre, ahí junto a ti, estuvo el Apóstol Juan, acompañando hasta el último segundo de vida a su hermanos Jesús y nosotros como hermanos de Juan, como hijos tuyos, queremos que este sacrificio de nuestro hermano Cristo, no sea en vano, por eso te confiamos y dejamos en tus manos nuestra vida, la de nuestra Iglesia, nuestro Santo Padre y todos sus Obispos, Presbíteros y Diáconos, religiosos, Laicos, para que bajo tus cuidados maternales, tan bien acariciados por esas manos que juntas esperaron el fin de la pasión de Jesús, por esas manos que con tanto e amor acariciaron a nuestro hermano desde su nacimiento no proteja y no indique el verdadero camino.

Se también Madre, que tu tienes un corazón muy preocupado por todos los niños, protégelos de tanto abuso de los adultos, sé que tienes puestos tus ojos en los más débiles, dale toda tu fuerza, sé que siempre estas pensando en los más pobres, ellos esperan la riqueza de tu mirada, sé que no desamparas a los enfermos, consuélalo en su aflicción, sé que te da pena tanto hombre o mujer sin trabajo, dale esperanza, se que estas sufriendo porque se rompen las familias, dale la motivación de la reconciliación. 

Madre, se que te estoy pidiendo mucho, pero también sé por amor a Jesús, aceptaste con gran corazón esta responsabilidad que El te dejo desde la cruz, y que también acoges nuestras suplicas con el mismo amor. 



 
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