Ir al contenido principal

Señor, ¿Cuándo vendrás a nosotros?



El deseo de Dios.

¡Valor, pobre hombre! Huye un poco de tus ocupaciones, escapa por un momento del tumulto de tus pensamientos. Rechaza ahora tus pesadas preocupaciones y deja de lado tus pesadumbres. Regala a Dios un instante y descansa un poco en él. Entra allí donde habita tu espíritu, expulsa a todos del lugar, menos a Dios, o aquello que puede ayudarte a buscarlo. Cierra la puerta e inicia su búsqueda.

Ahora, habla, corazón mío, ábrete totalmente y di a Dios: Yo busco tu rostro. Estoy buscando tu rostro, Señor.

Tú, Señor, mi Dios, enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte. Si no estás aquí, Señor, ¿dónde te buscaré en tu ausencia? Y si estás en todas partes, ¿por qué no te veo? ¿Habitas en una luz inaccesible? Entonces, ¿quién me conducirá hasta allí y me introducirá para que yo te vea? Y, además, ¿por qué indicios, por qué rastros buscarte?

Jamás te vi, Señor, Dios mío, no conozco tu rostro. ¿Qué puede hacer, Altísimo Señor, que puede hacer tu distante exiliado? ¿Qué puede hacer tu servidor, atormentado por tu amor y alejado de tu rostro? Él aspira a verte, y tu rostro está muy lejos de él. Él desea abordarte y tu morada es inabordable. Desea encontrarte, y no sabe dónde estás. Quiere buscarte, e ignora tu rostro. Tú eres mi Dios, Señor, Tú eres mi maestro, y yo nunca te he visto. Tú me has creado, me has otorgado todos mis bienes, y yo, todavía no te conozco. En definitiva, fui creado para verte, y todavía no realicé aquello para lo que fui creado.

Y tú, Señor, ¿hasta cuándo, hasta cuándo, Señor, nos olvidarás? ¿Por cuánto tiempo nos ocultarás tu rostro? ¿Cuándo nos mirarás y querrás satisfacernos? ¿Cuándo iluminarás nuestros ojos y nos mostrarás tu cara? ¿Cuándo vendrás a nosotros? Míranos, Señor, concédenos, ilumínanos, muéstrate a nosotros. Danos tu presencia, para nuestra felicidad; Tú, cuya ausencia es para nosotros una desgracia. Ten piedad de nuestros constantes esfuerzos hacia Ti, de nosotros, que no podemos nada sin Ti.

Enséñame a buscarte y muéstrate cuando te busco; porque no puedo buscarte si Tú no me lo enseñas, ni encontrarte, si Tú no te muestras. Que en mi deseo, pueda yo buscarte y que en tu búsqueda, te desee; que en mi amor, pueda yo encontrarte, y, encontrándote, amarte...

San Anselmo (Proslogion)

Foto: cathopic.com


Compartir

Entradas populares de este blog

Quién es Esta que va subiendo cual aurora naciente...

Catena Legionis Antífona. ¿Quién es Esta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla? Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles, de generación en generación. Él hace proezas con brazo; dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. An...

10 citas bíblicas del libro de Job

¡Dichoso el hombre a quien corrige Dios! No desdeñes, pues, la corrección del Omnipotente. Pues Él es quien hace la herida y la venda, el que hiere y la cura con su mano. (Job 5, 17-18) Recuerda que me hiciste como se amasa el barro, y que al polvo has de devolverme. (Job 10, 9) Una esperanza guarda el árbol: si es cortado, aún puede retoñar, y no dejará de echar renuevos. (Job 14, 7)

10 citas bíblicas sobre la Vocación

No me han elegido ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes, y los he destinado para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; de modo que todo lo que pidan al Padre en mi nombre se los lo conceda. (Juan 15, 16) Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: "Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa." (Lucas 19, 5) Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: "Sígueme." (Juan 1, 43) Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. (Marcos 3, 13) Jesús se detuvo y dijo: "Llámenle." Llaman al ciego, diciéndole: "¡Animo, levántate! Te llama." (Marcos 10, 49) Y percibí la voz del Señor que decía: "¿A quién enviaré? ¿Y quién irá de parte nuestra"? Dije: "Heme aquí: envíame." ( Isaías 6, 8)