Que no nos ha dado Dios espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de templanza.
(2 Timoteo, 1, 7)
Todo el mundo tiene miedo, algún miedo. Puede estar oculto tan profundamente que pasa desapercibido la mayor parte del tiempo. No se nota, no se lleva en la cartera y no se enciende una luz para advertir que está activado. El miedo de cada quien viaja con cada cual,en secreto, a todas partes.
El miedo colectivo es otro asunto, o es el mismo multiplicado y potenciado muchas veces.
Nos acobarda descubrir que no somos mejores que nadie, por eso gritamos a todos los vientos nuestra ilusoria superioridad.
Los cobardes, una vez que alcanzan posiciones de poder, buscan imponer el miedo masivamente y cualquier costo.
Manuel Rodriguez Diaz