Antes de todo estaba
creada la Sabiduría, la inteligente prudencia desde la eternidad. (Sir. 1, 4)
Hijo, si te llegas a
servir al Señor, prepara tu alma para la prueba (Sir. 2, 1)
Confíate a él, y él, a
su vez, te cuidará, endereza tus caminos y espera en él. (Sir. 2, 6)
No apartes del mendigo
tus ojos, ni des a nadie ocasión de maldecirte. (Sir. 4, 5)
Arranca al oprimido de
manos del opresor, y a la hora de juzgar no seas pusilánime (Sir. 4, 9)
No sea tu mano abierta
para recibir, y cerrada para dar (Sir. 4, 31)
Según el juez del
pueblo, así serán sus ministros, como el jefe de la ciudad, todos sus habitantes.
(Sir.
10, 2)
El rey sin instrucción
arruinará a su pueblo, la ciudad se edifica sobre la prudencia de los
dirigentes. (Sir 10, 3)
A veces se resbala uno
sin querer, y ¿quién no ha pecado con su lengua? (Sir. 19, 16)