Didajé es una
palabra griega que significa «enseñanza» y con la que se suele conocer
abreviadamente la obra llamada «Instrucción del Señor a los gentiles por medio de los doce Apóstoles» o también
«Instrucciones de los Apóstoles». Es una colección de normas morales, litúrgicas
y de organización eclesiástica. Tenía
tal prestigio en la antigüedad, que Eusebio de Cesarea tuvo que hacer notar que
no se trataba de un escrito canónico. Sin embargo, después se perdió, y no fue
recuperada hasta finales del siglo XIX, cuando se encontró en un códice griego
del siglo XI del patriarcado de Jerusalén. Es uno de los escritos más venerables que nos ha legado la
antigüedad cristiana. Baste decir que su composición se data en torno al año 70; casi
contemporáneamente, por tanto, a algunos libros del Nuevo Testamento.
Enseñanza de los Doce Apóstoles
(« Didaché » o « Didajé » o « Didakhé »)
1. Instrucción moral.
Hay dos caminos, el de la
vida y el de la muerte, y grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos. El
camino de la vida es éste: «Amarás en primer lugar a Dios que te ha creado, y en
segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo. Todo lo que no quieres que se haga contigo,
no lo hagas tú a otro.» Tal es la enseñanza de este discurso: «Bendecid a los que os
maldicen y rogad por vuestros enemigos, y ayunad por los que os persiguen. Porque ¿qué
gracia hay en que améis a los que os aman? ¿No hacen esto también los gentiles?
Vosotros amad a los que os odian, y no tengáis enemigo.»
Apártate de los deseos
carnales. Si alguno te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele la izquierda, y
serás perfecto. Si alguien te fuerza a ir con él durante una milla, acompáñale dos. Si
alguien te quita el manto, dale también la túnica. Si alguien te quita lo tuyo, no se lo
reclames, pues tampoco puedes. A todo el que te pida, dale y no le reclames nada, pues el
Padre quiere que se dé a todos de sus propios dones. Bienaventurado el que da conforme a
este mandamiento, pues éste es inocente. ¡Ay del que recibe! Si recibe porque tiene
necesidad, será inocente; pero si recibe sin tener necesidad, tendrá que dar cuenta de
por qué recibió y para qué: puesto en prisión, se le examinará sobre lo que hizo, y
no saldrá hasta que no devuelva el último cuadrante.
Limosna/discernir: También está dicho acerca de esto: que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a
quién das. Segundo mandamiento de la doctrina: No matarás, no adulterarás, no
corromperás a los menores, no fornicarás, no robarás, no practicarás la magia o la
hechicería, no matarás el hijo en el seno materno, ni quitarás la vida al recién
nacido. No codiciarás los bienes del prójimo, no perjurarás, no darás falso
testimonio. No calumniarás ni guardarás rencor. No serás doble de mente o de lengua,
pues la doblez es lazo de muerte.
Tu palabra no será mentirosa ni vana, sino que la
cumplirás por la obra. No serás avaro, ni rapaz, ni hipócrita, ni malvado, ni soberbio.
No tramarás planes malvados contra tu prójimo. No odiarás a hombre alguno, sino que a
unos los convencerás, por otros rogarás, a otros los amarás más que a tu propia
alma... Sé manso, pues los mansos heredarán la tierra. Sé paciente, compasivo, sin
malicia, tranquilo y bueno, temeroso en todo momento de las palabras que has oído. No te
exaltarás, ni entregarás tu alma a la temeridad. No se junte tu alma con los soberbios,
sino que andarás con los justos y humildes.
Los sucesos que te sobrevengan los aceptarás
como bienes, sabiendo que no sucede nada sino por disposición de Dios. Hijo mío, te
acordarás de día y de noche del que te habla la palabra de Dios, y le honrarás como al
Señor. Porque donde se anuncia la majestad del Señor, allí está el Señor. Buscarás
cada día los rostros de los santos, para hallar descanso en sus palabras. No harás
cisma, sino que pondrás paz entre los que pelean. Juzgarás rectamente, y no harás
distinción de personas para reprender las faltas. No andarás con alma dudosa de si
sucederá o no sucederá: No seas de los que extienden la mano para recibir, pero la
retiran para dar. Si adquieres algo por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate
de tus pecados. No vaciles en dar, ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién
es el buen recompensador de tu limosna. No rechazarás al necesitado, sino que tendrás
todas las cosas en común con tu hermano, sin decir que nada es tuyo propio; pues si os
son comunes los bienes inmortales, cuánto más los mortales. Tu mano no se levantará de
tu hijo o de tu hija, sino que les enseñarás desde su juventud el temor de Dios.
No
mandarás con aspereza a tu esclavo o a tu esclava que esperan en el mismo Dios que tú,
no sea que dejen de temer a Dios que está sobre unos y otros... Vosotros, los esclavos,
someteos a vuestros señores como a imagen de Dios con reverencia y temor...
En la asamblea confesarás
tus pecados, y no te acercarás a la oración con mala conciencia. Este es el camino de la
vida. (Didajé cap. 1-5).