Cuando Jesús fue llevado al patíbulo de la cruz, clavaron sus pies y manos.
Por esas heridas se desangró, hasta perder la vida. Pero cuando resucitó de entre los muertos, lo primero que mostró a sus discípulos fueron esas mismas llagas y les dijo: La paz esté con ustedes: Jn 19, 19-20.
Ya no brotaba sangre, sino que esas mismas llagas eran fuente de paz y de salud para todos los hombres.
Por eso, había exclamado Isaías, el profeta mesiánico: Por sus llagas hemos sido curados: Is 53, 5.
¿Cómo se logra que una herida se transforme en fuente de salud y paz para nosotros y para los demás? La Palabra de Dios nos ofrece la respuesta:
Por esas heridas se desangró, hasta perder la vida. Pero cuando resucitó de entre los muertos, lo primero que mostró a sus discípulos fueron esas mismas llagas y les dijo: La paz esté con ustedes: Jn 19, 19-20.
Ya no brotaba sangre, sino que esas mismas llagas eran fuente de paz y de salud para todos los hombres.
Por eso, había exclamado Isaías, el profeta mesiánico: Por sus llagas hemos sido curados: Is 53, 5.
¿Cómo se logra que una herida se transforme en fuente de salud y paz para nosotros y para los demás? La Palabra de Dios nos ofrece la respuesta:
LA PERLA PRECIOSA
Las
perlas son producto del dolor; resultado de la lastimosa entrada de
un elemento indeseable en el interior de la ostra, como un parásito o un
grano de arena.
En la parte interna de la ostra se
encuentra una sustancia lustrosa, que comienza a cubrir este cuerpo
extraño con capas, capas y más capas de nácar para proteger la ostra.
Como resultado, con los años, se va formando una fina perla.
Una ostra que no fue lesionada, no puede producir perlas, porque la perla es una herida transformada.
Cuando
eres herido por la indiferencia o la traición, sorprendido por la
infidelidad o el abandono; cuando sufres una enfermedad o depresión,
tienes tres opciones:
- Vengarte, pagando con la misma moneda: Ojo por ojo, diente por diente.
- Reprimirte, creando una telaraña de resentimientos que amargan y atrapan tu existencia.
- Producir una perla con el nácar del amor y el perdón.
La
muerte y resurrección de Jesús nos capacitan para transformar nuestras
heridas en fuente de paz y reconciliación. ¿Será por eso que cuando
Jesús hablaba del Reino de los Cielos hizo referencia a una perla
preciosa? (cfr. Mt 13, 45-45). ¿Qué gema más valiosa y querida que la
herida que se transformó en perla?
Los demás nos van a herir a
veces voluntaria a veces involuntariamente, pero nosotros podemos ser
los artífices de una perla preciosa. Los que procuran nuestro mal y
sufrimiento, nos están dando la oportunidad de germinar una bella perla
con fino oriente.
Así como las heridas son oportunidades para
producir perlas de perdón, las perlas de la vida han sido producidas por
una herida que se supo cubrir con el nácar del perdón.
ORACIÓN
Gracias, Señor Jesús, porque los clavos y lanza que traspasaron tus manos y costado,
como signos de venganza e injusticia de tus enemigos,
tú los supiste transformar en fuentes de paz y salvación para todos nosotros.
como signos de venganza e injusticia de tus enemigos,
tú los supiste transformar en fuentes de paz y salvación para todos nosotros.
Gracias, porque por tus llagas hemos sido curados,
pero también somos curados cuando a través del perdón y la comprensión,
transformamos las heridas que los demás nos ocasionaron, en una perla preciosa.
pero también somos curados cuando a través del perdón y la comprensión,
transformamos las heridas que los demás nos ocasionaron, en una perla preciosa.
Amén.
Tú no puedes impedir que los demás te lastimen,
pero tienes la capacidad de cubrir esa herida con nácar,
para producir una perla.
pero tienes la capacidad de cubrir esa herida con nácar,
para producir una perla.