Lectura del santo Evangelio según san Mateo
Cuando se aproximaban ya a Jerusalén, al
llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, envió Jesús a dos de sus
discípulos, diciéndoles: “Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al
entrar, encontrarán amarrada una burra y un burrito con ella; desátenlos
y tráiganmelos. Si alguien les pregunta algo, díganle que el Señor los
necesita y enseguida los devolverá”.
Esto sucedió para que se cumplieran las
palabras del profeta: Díganle a la hija de Sión: He aquí que tu rey
viene a ti, apacible y montado en un burro, en un burrito, hijo de
animal de yugo.
Fueron, pues, los discípulos e hicieron lo
que Jesús les había encargado y trajeron consigo la burra y el burrito.
Luego pusieron sobre ellos sus mantos y Jesús se sentó encima. La gente,
muy numerosa, extendía sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas
de los árboles y las tendían a su paso. Los que iban delante de él y
los que lo seguían gritaban: “¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito
el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!” Al entrar
Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. Unos decían: “¿Quién es
éste?” Y la gente respondía: “Éste es el profeta Jesús, de Nazaret de
Galilea”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.