Este es el mensaje que
hemos escuchado de labios de Jesucristo y que ahora les anunciamos: Dios
es luz y en él no hay nada de oscuridad.
Si decimos que estamos con
Dios, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no vivimos conforme a la
verdad. Pero, si vivimos en la luz, como él vive en la luz, entonces
estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica
de todo pecado.
Si decimos que no tenemos ningún pecado, nos engañamos a
nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si, por el contrario,
confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los
perdonará y nos purificará de toda maldad. Si decimos que no hemos
pecado, hacemos pasar a Dios por mentiroso y no hemos aceptado
verdaderamente su palabra.