Defiéndeme, Señor (Salmo 140)





Líbrame, Señor, del hombre malvado, cuídame de los hombres violentos,
que planean trampas en su corazón, a diario provocan discordias.

  Afilan la lengua como serpientes, con veneno de víboras tras los labios.

Defiéndeme, Señor, de la mano perversa, guárdame de los hombres violentos que planean hacerme caer;

  los soberbios me tienden lazos, los villanos extienden una red, me ponen trampas al borde del sendero.

  Yo digo: oh Señor, tú eres mi Dios, escucha, Señor, mis gritos de socorro.

  Señor, dueño mío, mi fuerza salvadora, protege mi cabeza el día del combate.

¡No secundes, Señor, los deseos del malvado, no favorezcas sus proyectos, oh Excelso!

  Cubra la cabeza de quienes me cercan la iniquidad de sus labios.

  Descarguen sobre ellos carbones encendidos, caigan en el abismo, y no se levanten.

  No arraigue en la tierra el deslenguado, el mal persiga al violento hasta desterrarlo.

Sé que el Señor defiende al humilde, hará justicia a los pobres.

  Sí, los honrados darán gracias a tu Nombre, los rectos habitarán en tu presencia.

                                                                                                                                                             
                                                                                                                                                                  
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