Eclesiástico 23-26

Eclesiástico 23
1 Oh Señor, padre y dueño de mi vida, no me abandones al capricho de mis labios, no permitas que por ellos caiga.
2 ¿Quién aplicará el látigo a mis pensamientos, y a mi corazón la disciplina de la sabiduría, para que no se perdonen mis errores, ni pasen por alto mis pecados?
3 No sea que mis yerros aumenten, y que abunden mis pecados, que caiga yo ante mis adversarios, y de mí se ría mi enemigo.

4 Señor, padre y Dios de mi vida, no me des altanería de ojos,
5 aparta de mí la pasión.
6 Que el apetito sensual y la lujuria no se apoderen de mí, no me entregues al deseo impúdico.
7 La instrucción de mi boca escuchad, hijos, el que la guarda no caerá en el lazo.
8 Por sus labios es atrapado el pecador, el maldiciente, el altanero, caen por ellos.
9 Al juramento no acostumbres tu boca, no te habitúes a nombrar al Santo.

10 Porque, igual que un criado vigilado de continuo no quedará libre de golpes, así el que jura y toma el Nombre a todas horas no se verá limpio de pecado.
11 Hombre muy jurador, lleno está de iniquidad, y no se apartará de su casa el látigo.Si se descuida, su pecado cae sobre él, si pasa por alto el juramento, doble es su pecado; y si jura en falso, no será justificado, que su casa se llenará de adversidades.

12 Hay un lenguaje que equivale a la muerte, ¡que no se halle en la heredad de Jacob!Pues los piadosos rechazan todo esto, y en los pecados no se revuelcan.
13 A la baja grosería no habitúes tu boca, porque hay en ella palabra de pecado.
14 Acuérdate de tu padre y de tu madre, cuanto te sientes en medio de los grandes, no sea que te olvides ante ellos, como un necio te conduzcas, y llegues a desear no haber nacido y a maldecir el día de tu nacimiento.

15 El hombre habituado a palabras ultrajantes no se corregirá en toda su existencia.
16 Dos clases de gente multiplican los pecados, y la tercera atrae la ira:
17 El alma ardiente como fuego encendido, no se apagará hasta consumirse; el hombre impúdico en su cuerpo carnal: no cejará hasta que el fuego le abrase; para el hombre impúdico todo pan es dulce, no descansará hasta haber muerto.
18 El hombre que su propio lecho viola y que dice para sí: "¿Quién me ve?; la oscuridad me envuelve, las paredes me encubren, nadie me ve, ¿qué he de temer?; el Altísimo no se acordará de mis pecados",

19 lo que teme son los ojos de los hombres; no sabe que los ojos del Señor son diez mil veces más brillantes que el sol, que observan todos los caminos de los hombres y penetran los rincones más ocultos.
20 Antes de ser creadas, todas las cosas le eran conocidas, y todavía lo son después de acabadas.
21 En las plazas de la ciudad será éste castigado, será apresado donde menos lo esperaba.
22 Así también la mujer que ha sido infiel a su marido y le ha dado de otro un heredero.

23 Primero, ha desobedecido a la ley del Altísimo, segundo, ha faltado a su marido, tercero, ha cometido adulterio y de otro hombre le ha dado hijos.
24 Esta será llevada a la asamblea, y sobre sus hijos se hará investigación.
25 Sus hijos no echarán raíces, sus ramas no darán frutos.
26 Dejará un recuerdo que será maldito, y su oprobio no se borrará.
27 Y reconocerán los que queden que nada vale más que el temor del Señor, nada más dulce que atender a los mandatos del Señor.


Eclesiástico 24
1 La sabiduría hace su propio elogio, en medio de su pueblo, se gloría.
2 En la asamblea del Altísimo abre su boca, delante de su poder se gloría.
3 "Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra.
4 Yo levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube.
5 Sola recorrí la redondez del cielo, y por la hondura de los abismos paseé.
6 Las ondas del mar, la tierra entera, todo pueblo y nación era mi dominio.

7 Entre todas estas cosas buscaba reposo, una heredad en que instalarme.
8 Entonces me dio orden el creador del universo, el que me creó dio reposo a mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel."
9 Antes de los siglos, desde el principio, me creó, y por los siglos subsistiré.
10 En la Tienda Santa, en su presencia, he ejercido el ministerio, así en Sión me he afirmado,

11 en la ciudad amada me ha hecho él reposar , y en Jerusalén se halla mi poder.
12 He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad.
13 Como cedro me he elevado en el Líbano, como ciprés en el monte del Hermón.
14 Como palmera me he elevado en Engadí, como plantel de rosas en Jericó, como gallardo olivo en la llanura, como plátano me he elevado.
15 Cual cinamomo y aspálato aromático he dado fragancia, cual mirra exquisita he dado buen olor, como gálbano y ónice y estacte, como nube de incienso en la Tienda.

16 Cual terebinto he alargado mis ramas, y mis ramas son ramas de gloria y de gracia.
17 Como la vid he hecho germinar la gracia, y mis flores son frutos de gloria y riqueza.
18 Venid a mí los que me deseáis, y hartaos de mis productos.
19 Que mi recuerdo es más dulce que la miel, mi heredad más dulce que panal de miel.
20 Los que me comen quedan aún con hambre de mí, los que me beben sienten todavía sed.
21 Quien me obedece a mí, no queda avergonzado, los que en mí se ejercitan, no llegan a pecar."

22 Todo esto es el libro de la alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como herencia para las asambleas de Jacob;
23 Ley que inunda de sabiduría como el Pisón, como el Tigris en días de frutos nuevos;
24 la que desborda inteligencia como el Eufrates, como el Jordán en días de cosecha;
25 la que rebosa doctrina como el Nilo, como el Guijón en días de vendimia.
26 El primero no ha acabado aún de conocerla, como tampoco el último la ha descubierto aún.

27 Porque es más vasto que el mar su pensamiento, y su consejo más que el gran abismo.
28 Y yo, como canal derivado de un río, como caz que al paraíso sale,
29 y dije: "Voy a regar mi huerto, a empapar mi tablar."Y que aquí que mi canal se ha convertido en río, y mi río se ha hecho un mar.
30 Aún haré lucir como la aurora la instrucción, lo más lejos posible la daré a conocer.
31 Aún derramaré la enseñanza como profecía, la dejaré por generaciones de siglos.

32 Ved que no sólo para mí me he fatigado, sino para todos aquellos que la buscan.


Eclesiástico 25
1 Con tres cosas me adorno y me presento bella ante el Señor y ante los hombres: concordia entre hermanos, amistad entre prójimos, y marido y mujer bien avenidos.
2 Mas tres clases de gente odia mi alma, y su vida de indignación me llena: pobre altanero, rico mentiroso, y viejo adúltero, falto de inteligencia.
3 Si en la juventud no has hecho acopio, ¿cómo vas a encontrar en tu vejez?

4 ¡Qué bien sienta el juicio a las canas, a los ancianos el tener consejo!
5 ¡Qué bien parece la sabiduría en los viejos, la reflexión y el consejo en los ilustres!
6 Corona de los viejos es la mucha experiencia, su orgullo es el temor del Señor.
7 Nueve cosas que imagino tengo por felices en mi corazón, y una décima la diré con mi lengua: el hombre que recibe de sus hijos contento, que ve, en vida, la caída de sus enemigos.

8 Feliz quien vive con mujer juiciosa, quien no ara con un buey y un asno, quien no se desliza con su lengua, quien no sirve a amo indigno de él;
9 feliz quien ha encontrado la prudencia, y quien la expone a oídos que escuchan.
10 ¡Qué grande el que ha encontrado la sabiduría! Mas no aventaja a quien teme al Señor.
11 El temor del Señor sobresale por encima de todo, el que lo posee, ¿a quién es comparable?

13 ¡Cualquier herida, pero no herida del corazón! ¡cualquier maldad, pero no maldad de mujer!
14 ¡Cualquier desgracia, pero no desgracia de parte de adversarios! ¡cualquier venganza, pero no venganza de enemigos!
15 No hay veneno como veneno de serpiente, ni furia como furia de enemigo.
16 Prefiero convivir con león o dragón a convivir con mujer mala.
17 La maldad de la mujer desfigura su semblante, oscurece su rostro como un oso.

18 En medio de sus vecinos se sienta su marido, y sin poder contenerse suspira amargamente.
19 Toda malicia es poca junto a la malicia de mujer, ¡que la suerte del pecador caiga sobre ella!
20 Cuesta arenosa bajo los pies de un viejo, así es la mujer habladora para un marido pacífico.
21 No te dejes llevar por belleza de mujer, por mujer no te apasiones.
22 Blanco de ira, de deshonra y gran vergüenza, eso es la mujer que mantiene a su marido.

23 Corazón abatido, rostro sombrío, herida del corazón eso es la mujer mala. Manos caídas y rodillas paralizadas, eso es la que no hace feliz a su marido.
24 Por la mujer fue el comienzo del pecado, y por causa de ella morimos todos.
25 No des salida al agua, ni a mujer mala libertad de hablar.
26 Si no camina como marca tu mano, de tu carne córtala.

Eclesiástico 26
1 Feliz el marido de mujer buena, el número de sus días se duplicará.
2 Mujer varonil da contento a su marido, que acaba en paz la suma de sus años.
3 Mujer buena es buena herencia, asignada a los que temen al Señor:
4 sea rico o pobre, su corazón es feliz, en todo tiempo alegre su semblante.
5 Tres cosas hay que teme mi corazón, y una cuarta me espanta: desunión de ciudad, motín de plebe, y falsa acusación: todo ello más penoso que la muerte;

6 pero dolor de corazón y duelo es una mujer celosa de otra, látigo de lengua que con todos se enzarza.
7 Yugo mal sujeto es la mujer mala, tratar de dominarla es como agarrar un escorpión.
8 Blanco de gran ira es la mujer bebedora, no podrá ocultar su ignominia.
9 La lujuria de la mujer se ve en la procacidad de sus ojos, en sus párpados se reconoce.
10 Sobre hija desenvuelta refuerza la guardia, no sea que, si ve descuido, se aproveche.

11 Guárdate de ir tras ojos descarados, no te extrañes si te llevan al mal.
12 Cual caminante sediento abre ella la boca, y de toda agua que se topa bebe; ante toda clavija de tienda, impúdica, se sienta, y a toda flecha abre su aljaba.
13 La gracia de la mujer recrea a su marido, y su ciencia reconforta sus huesos.
14 Un don del Señor la mujer silenciosa, no tiene precio la bien educada.
15 Gracia de gracias la mujer pudorosa, no hay medida para pesar a la dueña de sí misma.

16 Sol que sale por las alturas del Señor es la belleza de la mujer buena en una casa en orden.
17 Lámpara que brilla en sagrado candelero es la hermosura de un rostro sobre un cuerpo esbelto.
18 Columnas de oro sobre basas de plata, las bellas pierras sobre talones firmes.
28 Dos cosas entristecen mi corazón y la tercera me produce mal humor: el guerrero que desfallece de indigencia, los inteligentes cuando son menospreciados, y el que de la justicia al pecado reincide: el Señor le destina a la espada.

29 Difícilmente se libra de falta el negociante, el comerciante no quedará limpio de pecado.
Palabras de Agua y Luz
Intenciones de Oración