Eclesiástico 1-3

Eclesiástico1
1 Toda sabiduría viene del Señor, y con él está por siempre.
2 La arena de los mares, las gotas de la lluvia, los días de la eternidad, ¿quién los puede contar?
3 La altura del cielo, la anchura de la tierra, la profundidad del abismo, ¿quién los alcanzará?
4 Antes de todo estaba creada la Sabiduría, la inteligente prudencia desde la eternidad.
6 La raíz de la sabiduría ¿a quién fue revelada?, sus recursos, ¿quién los conoció?

8 Sólo uno hay sabio, en extremo temible, el que en su trono está sentado.
9 El Señor mismo la creó, la vio y la contó y la derramó sobre todas sus obras,
10 en toda carne conforme a su largueza, y se la dispensó a los que le aman.
11 Gloria es y orgullo el temor del Señor, contento y corona de júbilo.
12 El temor del Señor recrea el corazón, da contento y recocijo y largos días.
13 Para el que teme al Señor, todo irá bien al fin, en el día de su muerte se le bendecirá.

14 Principio de la sabiduría es temer al Señor, fue creada en el seno materno juntamente con los fieles.
15 Entre los hombres puso su nido, fundación eterna, y con su linaje se mantendrá fielmente.
16 Plenitud de la sabiduría es temer al Señor, ella les embriaga de sus frutos.
17 Toda su casa colma de cosas deseables, y de sus productos sus graneros.
18 Corona de la sabiduría el temor del Señor, ella hace florecer paz y buena salud.

19 (El la vio y la contó), ciencia y conocimiento inteligente hizo llover, y la gloria de los que la poseen exaltó.
20 Raíz de la sabiduría es temer al Señor, sus ramas, los largos días.
22 No puede justificarse la pasión del injusto, que el impulso de su pasión le hace caer.
23 Hasta su hora aguanta el que es paciente, mas después se le brinda contento.
24 Hasta su hora oculta sus palabras, y entonces muchos labios prolamarán su inteligencia.

25 En los tesoros de la sabiduría están las máximas de la ciencia, mas abominación para el pecador es la piedad para con Dios.
26 Si apeteces sabiduría, guarda los mandamientos, y el Señor te la dispensará.
27 Pues sabiduría y enseñanza es el temor del Señor; su complacencia, la fidelidad y mansedumbre.
28 No seas indócil al temor del Señor, ni te acerques a él con corazón partido.
29 No seas hipócrita delante de los hombres, pon guardia a tus labios.

30 No te exaltes a ti mismo, para no caer y acarrearte deshonra, porque el Señor revelaría tus secretos y en medio de la asamblea te echaría por tierra, por no haberte llegado al temor del Señor, porque tu corazón está lleno de fraude.


Eclesiástico 2
1 Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba.
2 Endereza tu corazón, manténte firme, y no te aceleres en la hora de la adversidad.
3 Adhiérete a él, no te separes, para que seas exaltado en tus postrimerías.
4 Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y en los reveses de tu humillación sé paciente.
5 Porque en el fuego se purifica el oro, y los aceptos a Dios en el honor de la humillación.

6 Confíate a él, y él, a su vez, te cuidará, endereza tus caminos y espera en él.
7 Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia, y no os desviéis, para no caer.
8 Los que teméis al Señor, confiaos a él, y no os faltará la recompensa.
9 Los que teméis al Señor, esperad bienes, contento eterno y misericordia.
10 Mirad a las generaciones de antaño y ved: ¿Quién se confió al Señor y quedó confundido? ¿Quién perseveró en su temor y quedó abandonado? ¿Quién le invocó y fue desatendido?

11 Que el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en la hora de la tribulación.
12 ¡Ay de los corazones flacos y las manos caídas, del pecador que va por senda doble!
13 ¡Ay del corazón caído, que no tiene confianza! por eso no será protegido.
14 ¡Ay de vosotros que perdisteis el aguante! ¿Qué vais a hacer cuando el Señor os visite?
15 Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras, los que le aman guardan sus caminos.

16 Los que temen al Señor buscan su agrado, los que le aman quedan llenos de su Ley.
17 Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan.
18 Caeremos en manos del Señor y no en manos de los hombres, pues como es su grandeza, tal su misericordia.


Eclesiástico 3
1 A mí que soy vuestro padre escuchadme, hijos, y obrad así para salvaros.
2 Pues el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole.
3 Quien honra a su padre expía sus pecados;
4 como el que atesora es quien da gloria a su madre.
5 Quien honra a su padre recibirá contento de sus hijos, y en el día de su oración será escuchado.
6 Quien da gloria al padre vivirá largos días, obedece al Señor quien da sosiego a su madre:

7 como a su Señor sirve a los que le engendraron.
8 En obra y palabra honra a tu padre, para que te alcance su bendición.
9 Pues la bendición del padre afianza la casa de los hijos, y la maldición de la madre destruye los cimientos.
10 No te gloríes en la deshonra de tu padre, que la deshonra de tu padre no es gloria para ti.
11 Pues la gloria del hombre procede de la honra de su padre, y baldón de los hijos es la madre en desdoro.

12 Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza.
13 Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor.
14 Pues el servicio hecho al padre no quedará en olvido, será para ti restauración en lugar de tus pecados.
15 El día de tu tribulación se acordará El de ti; como hielo en buen tiempo, se disolverán tus pecados.
16 Como blasfemo es el que abandona a su padre, maldito del Señor quien irrita a su madre.

17 Haz, hijo, tus obras con dulzura, así serás amado por el acepto a Dios.
18 Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y ante el Señor hallarás gracia.
20 Pues grande es el poderío del Señor, y por los humildes es glorificado.
21 No busques lo que te sobrepasa, ni lo que excede tus fuerzas trates de escrutar.
22 Lo que se te encomienda, eso medita, que no te es menester lo que está oculto.
23 En lo que excede a tus obras no te fatigues, pues más de lo que alcanza la inteligencia humana se te ha mostrado ya.

24 Que a muchos descaminaron sus prejuicios, una falsa ilusión extravió sus pensamientos.
26 El corazón obstinado en mal acaba, y el que ama el peligro caerá en él.
27 El corazón obstinado se carga de fatigas, el pecador acumula pecado tras pecado.
28 Para la adversidad del orgulloso no hay remedio, pues la planta del mal ha echado en él raíces.
29 El corazón del prudente medita los enigmas. un oído que le escuche es el anhelo del sabio.

30 El agua apaga el fuego llameante, la limosma perdona los pecados.
31 Quien con favor responde prepara el porvenir, el día de su caída encontrará un apoyo.
Palabras de Agua y Luz
Intenciones de Oración