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Mostrando entradas de abril, 2017

Si quieres puedes limpiarme

Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: "Si quieres, puedes limpiarme." (Marcos 1, 40) Manuel Rodriguez Diaz   Señor dame, Señor hazme, Señor concédeme; yo quiero esto, yo quiero aquello, yo, yo, yo … así es nuestro pensamiento tantas veces; nuestra lógica, nuestro comportamiento. Yo soy, yo hago, yo tengo, yo quiero, yo sé. El leproso, el paria, el último de los últimos, el pobre entre los pobres de Galilea nos sigue dando una lección. Quiere curarse, quiere estar limpio, quiere volver a ser aceptado entre suyos, quiere sentirse vivo y humano otra vez; pero él pone, en primer lugar el querer del Señor. Señor, si quieres seré limpio, si quieres estaré sano, extiendo mi mano a ti y lo que Tú quieras darme, eso será. Así como el amor que le damos a Dios viene ya dado por ese mismo Dios, el seguimiento a la persona de Jesús es la respuesta al llamado que Él mismo hace; no se trata de un acto de nuestra voluntad. Él sana, restau...

El fuego de la conversión

- Padre Nicolás Schwizer - En la vida de cada cristiano auténtico, debería haber una segunda conversión : Darse cuenta de que ser cristiano es algo más que vivir costumbres, tradiciones y hasta rutinas cristianas. La Iglesia nos invita a los cristianos a la conversión permanente, perfecta, definitiva. Es un desafío para todos nosotros. Nos estimula a revisar nuestro propio camino de conversión, nuestros progresos personales hacia la santidad. ¿Qué significa conversión para nosotros? Es un cambio serio, profundo, total, que abarca toda la persona. Cambio de mentalidad, cambio interior, de actitudes interiores que nos lleva a transformar también toda la vida exterior. La primera conversión. En la vida de cada cristiano existe una primera conversión. El día de nuestro Bautismo, todos fuimos convertidos. Dios cambió radicalmente nuestra vida, por la gracia y fuerza divina. Nos llamó a vivir como redimidos, como hijos queridos de Dios. Pero no tuvimos mucha par...

La virtud de la humildad

  Benedicto XVI . "Quiero detenerme un poco en la virtud de la humildad, porque antes del cristianismo no aparece en el catálogo de las virtudes; es una virtud nueva, la virtud del seguimiento de Cristo .  Pensemos en la Carta a los Filipenses, en el capítulo dos: Cristo, siendo de condición divina, se humilló, aceptando la condición de esclavo y haciéndose obediente hasta la cruz (cf. Flp 2, 6-8). Este es el camino de la humildad del Hijo que debemos imitar. Seguir a Cristo quiere decir entrar en este camino de la humildad. El texto griego dice tapeinophrosyne (cf. Ef 4, 2): no ensoberbecerse, tener la medida justa. Humildad. Lo contrario de la humildad es la soberbia, como la razón de todos los pecados.  La soberbia es arrogancia; por encima de todo quiere poder, apariencias, aparentar a los ojos de los demás, ser alguien o algo; no tiene la intención de agradar a Dios, sino de complacerse a sí mismo, de ser aceptado por los demás y —digamos— ven...

Estaba la Madre dolorosa llorando junto a la cruz

Estaba la Madre dolorosa llorando junto a la cruz de la que pendía su hijo.  Su alma quejumbrosa,  apesadumbrada y gimiente,  atravesada por una espada.  ¡Qué triste y afligida estaba la bendita Madre del hijo unigénito!  Se lamentaba y afligía y temblaba viendo sufrir  a su divino hijo.  ¿Qué hombre no lloraría viendo a la Madre de Cristo en tan gran suplicio?  ¿Quién no se entristecería al contemplar a la querida Madre  sufriendo con su hijo?