Beata Elena Guerra, apóstol del Espíritu Santo



* Benignísimo Jesús,
mandadnos vuestro Espíritu con su Luz,
para que seáis mejor conocido.

Mandádnoslo con su Fuego,
para que seáis más amado.

Mandádnoslo con sus Dones
para que seáis verdaderamente imitado.

Amén.

Elena nació el 23 de junio de 1835, en , en una ciudad en la Toscana, centro-norte de Italia, llamada Lucca.

Una fecha marcaría su vida: el 5 de junio de 1845, fecha de su Confirmación. La preparación para este sacramento y la vivencia de la presencia del Espíritu significaron, para aquella niña de diez años, un paso decisivo en su espiritualidad, que jamás olvidaría. 

Y, para conocer más y mejor al Espíritu Santo, comenzó a leer asiduamente la Sagrada Escritura y los Santos Padres, en la lengua en que por entonces podían leerse: el latín.

En 1872, después de una enfermedad, que la retuvo en casa durante años, y de una peregrinación a Roma, fundó la «Congregación de Santa Zita», sin un proyecto claro de vida comunitaria, para la formación de niñas y jóvenes. 

La alumna más famosa del colegio de las ««zitinas» de Luca fue Gema Galgani. Más tarde cuando se decidieron a la vida en común, vistieron el hábito religioso y redactaron las Constituciones, recibieron la aprobación del obispo diocesano, monseñor Ghilardi. 

Así nació la Congregación de las Oblatas del Espíritu Santo. Elena descubrió la importancia de la «buena prensa», y a escribir folletos y hojas sueltas dedicó todo el tiempo que le dejaba el gobierno de su congregación, y todo el dinero que pudo conseguir de su familia. 

Sus escritos tenían un destinatario casi fijo: la mujer en sus distintos estados de vida. Los temas eran varios, aunque poco a poco fue decantándose por lo que constituiría el principal objetivo de su vida y de su apostolado: el Espíritu Santo. 

A iniciativa de la Beata Elena Guerra a finales del siglo diecinueve, el Papa León XIII pidió a todos los fieles que celebraran una novena solemne (9 días de oración) perpetuamente entre la Ascensión y Pentecostés por la unidad de la cristiandad.

Murió rechazada, calumniada e incomprendida el 11 de abril de 1914. 

El 26 de abril de 1959 Juan XXIII la proclamó beata y apóstol del Espíritu Santo.

(Oración compuesta por la Beata Elena Guerra)

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